jueves, 26 de noviembre de 2009

El impuesto al fútbol aún no pasó por el Congreso


El programa Fútbol Para Todos (FPT) nunca fue de nuestro agrado.
Ni en su génesis, pues desde nuestras actividades profesionales conocíamos lo que luego se está mostrando como una realidad y que con el pasar del tiempo se verá que queda bien al trasluz: la AFA necesitaba una cifra que superaba con holgura en más de dos veces la que había conseguido dos años antes por los derechos de emisión con Torneos y Competencias, principalmente por la enorme ineficiencia de las organizaciones que gestionan el espectáculo deportivo, es decir los clubes.
El sistema, que se gestionaba en una asociación directa y muy maligna, entre el Grupo Clarín y AFA, mostraba claramente lo voraz que es el sistema de clubes para requerir cada vez mayores cantidades de fondos al conjunto de la sociedad para justificar sus ineficiencias.
Pero el sistema de la emisión por televisión, que es o debería ser una de las patas de la actividad del espectáculo deportivo, venía funcionando con su propias miserias operativas y si bien favorecía la posición dominante del Grupo Clarín dentro del sistema de medios argentinos, lo cierto es que no le costaba a la sociedad que no consumía ese contenido.
El difundido sistema de cables argentino, que incluso es el principal sostén de las emisiones de la Televisión Pública en el interior, para ese cincuenta por ciento de los habitantes que viven donde Canal 7 no llega por aire por sus propios medios, se ocupó de generar un mecanismo de subsidios interno donde los abonados básicos financiaban parte del costo del doce por ciento de los abonados codificados, para que éstos pudieran acceder a los partidos de la AFA. El sistema es pérfido, como cualquier sistema de subsidios internos permanentes, pues crea injusticias y en el caso del cable, sobreprecios que acompañaron a esta actividad (o industria como les gusta llamar a algunos). Ese fue el mecanismo de desarrollo del sistema anterior de emisión del fútbol. Un puñado de abonados Premium que pagaban parte del costo y recibían aportes del conjunto de los abonados básicos para financiar el producto y hasta los sistemas de emisión codificados como equipos, software, etc.
Clarín ganaba, si, pues les trasladaba al resto de los cables los sobreprecios que acordaba unilateralmente con AFA, que siempre era más voraz e ineficiente.
¿Debía corregirse ese sistema? Creemos que si, pero básicamente para integrar diversos medios de emisión simultáneos, asegurando que ese contenido llegue a la mayor cantidad de gente posible. Se podrían haber buscado mecanismos de emisión codificada de una parte de los productos, como ocurre en muchas partes del mundo, y a eso se lo podría haber combinado con emisiones por la TV abierta de todo el país, para evitar que un solo canal como es Canal 7 La Televisión Pública, que tiene otras funciones de integración cultural además de las de emitir partidos de fútbol, amontone inarmónicamente en su grilla casi el 25 % con partidos cinco días a la semana.
Pero además de corregirse el sistema monopólico AFA-Clarín, se debería haber asegurado que cualquier salida a esa situación de tantos años, condujera a un sinceramiento de la eficiencia del sistema de producción de contenidos de espectáculos deportivos.
Y por supuesto, que esa actividad que estaba fuera del Estado, no representara para el mismo un sobre costo, pues de lo contrario, en definitiva, lo terminaríamos pagando todos los habitantes.
En un momento histórico determinado, la AFA (o el Gobierno, no sabemos quien primero), encontraron una buena razón para encontrarse y cambiar el sistema de emisión. El Gobierno Nacional venía combatiendo a Clarín desde hacía un tiempo y esa parecía una buena manera de comenzar “a ganarle batallas”, es decir golpeándole en una de sus ventajas competitivas principales, que le hacían tener una clara posición dominante en el sistema de medios audiovisuales.
La AFA, pues no podía ocultar más el desmanejo de sus clubes y de su sistema de producción del espectáculo deportivo. Nos consta, por infinidad de reuniones que sostuviéramos durante 2007, en el momento de la última renegociación de los contratos con Torneos y Competencias para los cables, que AFA buscaba más, siempre más y sobrevaloraba las posibilidades de financiamiento a través de la televisión de ese exceso de ineficiencia propia.
Cuando vieron la ventanita abierta, con el Gobierno deseoso de golpear a Clarín, parece que dijeron “pasemos”. Y pidamos mucho…”El fútbol argentino bien lo vale y si no lo paga el Estado, no lo paga nadie, ya está visto lo que nos pasó con el cable…”
Y así fue como de la noche a la mañana, los derechos de emisión televisiva, que se financiaban totalmente por el sistema de cable más la publicidad que ese producto lograba captar ( y que se la embolsaba mayoritariamente Clarín), pasó a ser financiado por todos los argentinos, les guste o no el espectáculo deportivo, vean o no los partidos de primera división, vivan en La Quiaca o Tierra del Fuego, tengan o no acceso a la Televisión Pública de manera gratuita y por aire, sean ricos o pobres, gateen o esté esperando la carrosa…incluso, tengan o no televisor. Porque el Programa Fútbol Para Todos en la actualidad tiene un socio que cobra un piso asegurado, se venda o no publicidad, que es AFA y por otro lado tiene 40.000.000 de “socios” que si o si le aportarán a ese “negocio nuevo”, $ 15 por año cada uno, que es la cifra que surge de dividir los $ 600 millones anuales entre todos los habitantes/aportantes.
¡Qué parecido que es esto a un impuesto!

Rodolfo Santecchia

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