“Si no se puede dejar de perder, por lo menos, hay que perder lo menos posible”. Ese parecería ser el leiv motiv para este año de la Jefatura del Gabinete de Ministros, que conduce el “Programa Fútbol Para Todos”.
Ya se han desencantado, si es que alguna vez lo creyeron firmemente, que con los valores que le paga el estado nacional a la AFA por los derechos de televisación, será difícil que se puedan recuperar tan siquiera, los costos de explotación. La ineficiencia de la organización futbolera, fue cubierta de pesos contantes y sonantes que todos los ciudadanos argentinos les pagamos, gracias al espectacularmente malo contrato que firmó el Poder Ejecutivo. Por supuesto, esos fondos permiten hacer “aparecer” la pelota y los goles “desaparecidos”, pero significan un acto administrativo bochornoso en un país con niveles de pobreza como los nuestros.
En el medio quedó la grilla desmantelada de Canal 7 la Televisión Pública, el dominio absoluto del fútbol sobre cualquier otro contenido en ese canal que en teoría es de todos y que aparentemente se procuraría resolver emitiendo algunos partidos en América y Canal 9. Ver nota El fútbol ya no es sólo de Canal 7 del diario El Cronista.
Aunque por investigaciones que se están conociendo en estos días, hay otros cuarenta millones de pesos que van al agujero negro y no se sabe por qué existe ese sobreprecio absurdo y calamitoso al Estado comprador.
Concretamente los costos ya no de los altísimos derechos de televisación adquiridos, sino de toda la maquinaria de producción, transporte y emisión que conlleva el contrato en cuestión.
Por lo que se sabe, a través de una investigación publicada el 26/01/10 en La Nación y luego replicada en otros medios, a Televisión Satelital Codificada (TSC) la empresa del odiado Grupo Clarín, le costó producir cada partido del Clausura 2009 (el último que generó) $1.424.798, lo cual significaba $13.891.783 por todo ese campeonato y si se lo multiplica por dos, incluyendo el Apertura, los valores llegan a $27.783.566. Sin embargo, al estado nacional (es decir a todos los contribuyentes), los gastos de producción, con camiones de exteriores, satélite, enlaces terrestres, mano de obra de producción, periodistas y comentaristas, le van a costar (con suerte) la bagatela de $68.361.188 durante 2010, es decir, 2,46 veces más que a una empresa privada, monopólica y además dueña del demonio.
El hecho de no apoyar a Clarín y de saber que siempre se aprovechó de su posición de mercado para maximizar sus ganancias, no justifica el terrible desfasaje financiero que para colmo nadie investiga.
¿A dónde van esos cuarenta millones que son de todos los argentinos?
Rodolfo Santecchia
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