sábado, 7 de agosto de 2010

Cuando la presión de un monopolio se hizo sentir





Mucha agua viene corriendo en los últimos tiempos en la guerra entre el Gobierno nacional y Clarín, sin embargo un acontecimiento que muchos desconocen, fue un hito en la larga lucha del Movimiento Cooperativo por defender su derecho de participar en radiodifusión, cuando muchos políticos miraban a otro lado y no se involucraban demasiado en la democratización de los medios de comunicación.
Sintéticamente comentamos que a veinticuatro Km. De Emilio V. Bunge, hay otra localidad (aún más pequeña incluso) que se llama Coronel Charlone, donde su cooperativa local, además de estar integrada en múltiples emprendimientos con la de Bunge, prestaba el servicio de TV por cable a través de una sociedad comercial vinculada, por aquella famosa prohibición que pesaba en la vieja ley.
En Bunge, existía un servicio de UHF (por aire) que se emitía desde Rufino en Santa Fe y que contaba con poquísimos canales y muy baja calidad de servicio, además de caro.
Por un acuerdo entre cooperativas, se resolvió que Cable Charlone SRL, comenzara a prestar servicios en Bunge, llevando las señales por una microonda multicanal y luego en Bunge la cooperativa local realizó el tendido de cables para la distribución.
Mientras eso ocurrió, el licenciatario de Rufino vendió sus operaciones a Teledigital (en esa época una empresa formada por fondos de inversión estadounidenses). En la venta, también entraron los abonados de Bunge…
Pero la localidad había conseguido en ese tiempo que su cooperativa “creara” verdaderamente un mercado, cuando incursionó en el nuevo servicio de cable, duplicando la cantidad de canales ofrecidos.
Allí comenzó “la guerra”. Una empresa cuyos accionistas vivían en Texas no podían permitir que una pequeña entidad comunitaria, apoyada por otra institución cercana, aún más pequeña, les “cambiaran las reglas de juego que ellos pensaban eran eternas”.
Iniciaron una acción ante la “Comisión Nacional de Defensa de la Competencia” porque la cooperativa “era predadora” en sus precios. A pesar que su propia licencia era ambigua y hasta inexistente si se hilaba fino, impugnaron la extensión de licencia que Cable Charlone SRL había conseguido en el Comfer para brindar servicios en Emilio Bunge. Denunciaron ante la Justicia Federal de Villegas, “que la microonda multicanal de baja potencia que llevaba señales desde Charlone hasta Bunge “interfería el tránsito aéreo” (a pesar de no haber aeropuertos cercanos…) y por tanto era un peligro para la seguridad y por tanto pedían el decomiso de los equipos.
En una oportunidad la policía federal cumpliendo una orden del Juez Federal de Villegas, incluso llegó a incautar parte de los equipos. Pero el tesón de ambas instituciones cooperativas no cesó y tendieron una red de fibra óptica entre ambas, que finalmente permitió que cuando la partida policial fuera por segunda vez a incautar los equipos, se encontrara con la novedad que el vínculo era por fibra y por tanto “no había peligros al tránsito aéreo”… Así, salieron con la cola entre las patas y Teledigital se avino a negociar una salida en la acción injustamente entablada. El contrato firmado, aunque no era óptimo para Bunge, tenía cinco años de vigencia y luego sería revisado en 2009, donde ya con mejores condiciones el triunfo económico e institucional fue mayor. En el medio, la empresa fue vendida a Cablevisión y ésta intensificó la política de dúmping en el precio que venía sosteniendo Teledigital. Vendían el servicio a la mitad que en Villegas y la cooperativa siguió con la política de precio justo, que no es igual a menor precio, sobre todo en condiciones de competencia con monstruos económicos como ese, que realiza subsidios cruzados entre mercados. La paciencia, la constancia y la correcta estrategia del Consejo de Administración permitieron demostrar ante su comunidad que para las grandes obras están los hombres de coraje como decía San Martín.
Hoy el cooperativismo tiene en Bunge y Charlone un ejemplo de gestión integrativa, de sana competencia apuntando a la mejora de su propia comunidad, sin políticas destructivas de quienes ofrecen servicios similares. Todo lo que le critican al cooperativismo, en la práctica lo realizan las empresas de otro formato. El ejemplo está a la vista y la demostración es exitosa. No hace falta atacar a los monopolios, hay que ser mejores ética y prácticamente diferentes a ellos. La Cooperativa de Bunge lo probó.


Rodolfo Santecchia

Nota relacionada en Mirada Cooperativa:  Cincuenta años de una pequeña gran cooperativa

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