martes, 30 de marzo de 2010

En España se apaga, aquí se enciende. Ese es el mejor ejemplo de “brecha tecnológica”

La Televisión Digital Terrestre, esto es el servicio de broadcasting basado en normas digitales, de libre acceso para todos los posibles espectadores, comenzó en el mundo hace varios años, en 2003 para ser más exactos.
Fruto de “la revolución digital” que cambió los hábitos de vida de las personas durante los últimos veinticinco años del siglo veinte, el desarrollo de esos servicios que mejoraban, difundían y ampliaban exponencialmente la cantidad y calidad de los servicios de TV, hizo su irrupción triunfal y todo indica que en un lapso de algunos años, la totalidad del planeta gozará de ese recurso.
Si igualamos la información como un derecho humano básico, bien podemos sintetizar diciendo que la digitalización de los medios de comunicación tendrá un “efecto alimentario” en la población mundial, equiparable a los grandes avances que hubo en los últimos años en el manejo de los recursos destinados a producir alimentos en abundancia.
Por supuesto, no queremos entrar en esta nota a debatir sobre la justicia o injusticia en la distribución de los mismos, pretendemos ponernos en un mirador desde dónde observar los cambios cualitativos y cuantitativos en una escala macro. Planetaria.


Por supuesto se generaron diferencias de velocidad, intensidad y calidad en la puesta en marcha de estos servicios, algo que va signando un mantenimiento, ampliación o disminución de la brecha digital entre naciones, regiones, y personas.


Eso no tiene nada que ver con las famosas normas de transmisión-recepción, (Europea, Americana, Japonesa) ya que en un mundo tan interrelacionado y con tantos inventos generándose en simultáneo, lo único que esas normas pueden producir son pequeñas diferencias entre ellas, en mutación permanente. Hoy una ventaja de un sistema basado en una norma, puede ser superada en poco tiempo por otra ventaja que tenga el sistema basado en otra norma. Allí no está el problema.
El problema está en la brecha que se genera entre naciones, regiones y personas, por las desigualdades de velocidad y profundidad en la difusión.
El sistema europeo fue muy difundido y además, logró bajar al máximo los costos de implementación, precisamente por eso. Pero el sistema americano, con su masiva difusión en el mercado más poblado de EEUU, México y Canadá, si bien arrancó en su implementación un poco después, también llegará a resultados similares. El japonés, que tenía el inconveniente del volumen, va encaminado en la superación de esos problemas, a partir que Brasil lo adoptó en 2007. Que América del Sur mayoritariamente siga esa norma, es algo lógico y razonable y a la vez ayudará a la baja de los costos allí y luego en todo el continente.
Argentina demoró demasiado tiempo en definir el rumbo y lo hizo sin debate tecnológico y político masivo. Este no es un problema que debía ser resuelto por un Poder Ejecutivo solamente, hacía falta el involucramiento de toda la sociedad y eso se hubiera conseguido con el tratamiento en el Congreso y no con un mecanismo express, sino buscando aportes, debate y consenso. En última instancia un gobierno comenzará la implementación del apagón analógico y casi con seguridad será otro el que produzca la bajada definitiva de la llave.
Peo así están las cosas y de una forma u otra, es lo más razonable que hayamos terminado eligiendo la norma japonesa. Si Brasil lo hizo, para nosotros no había muchas opciones.
Sin embargo, la noticia que da origen a este artículo indica que el dos de abril, En España finalizará el "apagón analógico" cuando Pontevedra, Santa Cruz de Tenerife, León, Salamanca, Lugo y Oviedo den el salto a la televisión digital terrestre (TDT). Así, ese proceso que se inició el 23 de julio de 2008 en Soria habrá terminado. Para la transición se hicieron 3.000 reuniones entre los actores implicados, se repartieron 10 millones de folletos, se colocaron antenas en 1.250.000 edificios y se distribuyeron 30 millones de receptores. Según Francisco Ros, secretario de Estado de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, "había mucho miedo porque es el proyecto más complejo de cambio tecnológico en la historia de España". No obstante, todavía la penetración de TV digital es de sólo el 67,4% según datos de Sofres.


Celebramos como positivo que según todo parece indicar, en abril comienzan las transmisiones efectivas de TV Digital Terrestre en Argentina. El gobierno nacional está acelerando los tiempos de su implementación y eso es una medida para aplaudir; ojalá que el odio visceral hacia el Grupo Clarín y hacia todos los que opinan distinto, que impregna y debilita cualquier buena medida, no lleve a ésta, a una confrontación inútil y sin sentido.
Cambiar el sistema de televisión, implica renovar o adaptar los sintonizadores de unos 15.000.000 de aparatos receptores. Si partimos de un costo de U$S 100 por cada uno, sólo allí hacen falta 1.500 millones de dólares, a eso hay que sumarle los costos del sistema total de emisión, que será aún mayor…
En este tema, la brecha digital no nos encuentra del lado de las regiones “más rápidas” y ya se perdieron demasiados tiempos valiosos. Cuando aún existe una gran carencia de medios de comunicación analógicos incluso, que lleven diversidad y alimento informativo a enormes bolsones de habitantes, sería lamentable que se intentara utilizar un proceso tan complejo y profundo como es el cambio de sistema de televisión, para algún fin mezquino, electoral, ni nada que se le parezca. Sería una lástima y sólo profundizaría la brecha de la Argentina con el mundo desarrollado, e incluso con nuestro hermano y socio Brasil, que se ha incrementado en los últimos diez años.

Rodolfo Santecchia

Evolución del apagón analógico en el mundo

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