El 4 de marzo pasado, la Casa Rosada implementó una nueva cadena nacional de radio y televisión, que fue utilizada por la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner para dar un discurso en el cual entre otras cosas, criticó a la jueza que había decidido aplicar una medida cautelar contra el uso de reservas para pagar deuda.
En un caso parecido a la cadena nacional de tres días antes, cuando dejó inauguradas las sesiones ordinarias del Congreso, la audiencia total televisiva, medida por IBOPE para Capital Federal y Gran Buenos Aires, pero que puede ser proyectada al resto del país, fue exigua en el número de televidentes y en el rating de los hogares que la siguieron.
Los 27 minutos de cadena nacional emitida al mediodía, tuvieron un rating sumado de 17,1 % y una llegada a 703.800 individuos. El número así aislado, puede parecer importante, sin embargo, cuando se lo hace jugar con otras variables muy simples, se denota su pequeño tamaño, sobre todo para un mensaje de la máxima autoridad del país.
En efecto, concluida la cadena nacional y retornada la televisión abierta a su programación, los individuos que aparecen mirando TV ascienden a 929.900, esto es un 32,12% más que unos minutos antes. Con el rating total de hogares ocurre algo similar, ya que sube a 21,1%.
Sin embargo, ahondando un poco más en la “audiencia” que logra la Presidenta, frente a los diversos programas del día en cada canal, vemos que su discurso a los ciudadanos se ubicó en el lugar 11º en América, 15º en Canal 9; 10º en Telefé y 12º en Canal 13. Incluso, aunque parezca mentira, el público de la Televisión Pública, que puede ser considerado el que más afinidad tiene con el mensaje oficial, dejó al discurso en 8º lugar dentro de su programación.
Esto debería ser analizado y actuado por quienes tienen la responsabilidad de comunicación presidencial, pues no creemos que ayude a la máxima investidura, que debe ser protegida y defendida por todos, generar situaciones donde por ejemplo, en la Televisión Pública, el programa Cocineros argentinos, supere el rating, apenas concluido el mensaje de la Presidenta.
También esto nos debe hacer pensar en que la emisión unificada de mensajes por radio y televisión, debería realmente quedar reservada para los casos extremos de catástrofes, o anuncios que no puedan esperar y sean imprescindibles de ser emitidos en simultáneo. Hablar de que los opositores son de “baja estofa”, o adentrarse en la vida privada de la jueza que falló contra el uso de la reservas mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia del gobierno, es evidente que no son tan urgentes que requieran obligar a todos los ciudadanos a escuchar a la Presidenta.
Está visto que los argentinos defendemos nuestro derecho a la libertad de selección de información muy celosamente, y eso se ve con las famosas cadenas. Algunos apagan el televisor, otros, se refugian en los canales de cable y muchísimos optan por los variados medios electrónicos que hace unos años atrás no existían.
Rodolfo Santecchia
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